miércoles, 3 de octubre de 2012

El petate no debe morir


Texto y fotos publicados en El Diario de México
Por: Nancy Porcayo
Fotos: Artemio Pastor Ochoa


  • Esta artesanía está en peligro de desaparecer debido a la migración y que por cada pieza pagan 20 pesos.

Santa Inés Ahuatempan, Pue.- En el barrio de San Antonio Tierra Negra, después del almuerzo, dos hermanas se reúnen no sólo para conversar, también con el objetivo de hacer lo que desde niñas les enseñó su abuela: “echar palma pa’l petate”.

Conforme sus manos que llevan las huellas del tiempo trenzan los manojitos secos de la planta, Magdalena y Balvina Ofelia, de apellido Ochoa Fernández, nos revelaron en entrevista que comerciantes intermediarios les pagan por esta artesanía 20 pesos la pieza, para luego ofrecerla hasta en mil pesos en otros estados de la república, sin importarles que el proceso para elaborarla es muy pesado.

Las mujeres que no dejaban de sonreír sentadas en pequeños banquitos, detallaron que en dicha localidad postrada en la Mixteca poblana, abundan las palmas, de las cuales escogen los ‘manchones’ más grandes el petate de calidad.

Una vez que los cortan, los ponen a secar por días, luego los limpian y ‘rajan’ (desojan) para hacer manojitos que agrupan en ‘ensartas’ constituidas por 24 pares de ramas.

Cuando ya se va a tejer el petate, se humedece el lugar donde colocarán la palma, que los lugareños llaman (camagua). De acuerdo con Margarita, de 68 años y profesora jubilada, lo anterior es porque la planta seca pica los dedos, y con la humedad se ablanda.

Existen mujeres en la localidad que llegan a hacer dos petates al día, pero la señora Balvina, de 72 años, nos reveló que cuando eran niñas llegaron a producir hasta cinco.

Después de terminar la pieza pasa el proceso de evaporado, el cual consiste en poner agua a calentar en un bote u olla grande y meter el petate sin que se moje para que el humo lo toque.

Este parte de la elaboración es fundamental pues sin ella no adquiriría la tonalidad amarilla ni la resistencia necesaria.

Las señoras afirman que en los 50’s todos en el municipio hacían petates de un metro cuadrado, pero ahora es del tipo ‘tabacanero’ el cual se asemeja al tamaño de una cama.

También se elaboraban las famosas ‘Petlamecas’ que son petates de 12 a 15 metros de largo y 2. 30 de ancho los cuales se utilizaban para cubrir la estructura de madera de las casas hechas de palma.

No obstante, como muchos habitantes migraron o se dedicaron a otra actividad, las casas ya fueron de cemento y la gente casi ya no hace dicha artesanía por mal pagada.